domingo, 20 de abril de 2008

Máquinas

Para terminar nuestro relato cubano, nuestra colección de 'máquinas':

Viñales y Varadero

Como les explicaba en el anterior post de La Habana, en el segundo día de viaje hicimos una excursión a la zona de Viñales, en la provincia de Pinar del Río, en el extremo occidental de la isla. Dicha provincia es famosa por ser la principal productora de la mejor hoja de tabaco del mundo, materia prima de los Cohiba, Montecristo, Partagás, etc. Camino la plantación de tabaco se pasa por uno de los parajes más espectaulares de Cuba, los mogotes de Viñales, pequeñas formaciones montañosas plenas de vegetación.

La casa del campesino fue una parada interesante. El 80% de la producción de tabaco lo debe entregar al Estado, que envía un experto que determina la calidad y por tanto el precio que se le paga al campesino por su producto. El 20% restante es para consumo propio y local, no para venta a turistas. Se ha de decir en este momento que el eslogan de la isla bien podría ser "Cuba, la isla donde todo esta prohibido pero todo se puede". El recorrido del día siguió por unas cuevas llamadas 'del Indio', albergues de un río subterráneo por el que hicimos una corta navegación. A continuación en imágenes...



Regreso a la capital y al día siguiente camino a Varadero, unas dos horas y media de bus hasta nuestro resort, el Paradisus Varadero. El modus operandi de estos complejos turísticos parece ser en general el (casi) 'todo incluído', que sobre todo se refiere a las bebidas. Lo mejor del complejo: la playa, larguísima, arena blanca y fina, mar transparente, canchas de fútbol y volley, paseos en 'banana' y catamarán incluidos en el hotel, chiringuito a primera mano. Tuvimos unos días estupendos. Incluía también el hotel una excursión de submarinismo que no desaprovechamos. Sabíamos que en Varadero el fondo marino no era espectacular, pero a caballo regalado, ya saben. Lástima que tuvimos problemas de baterías y que no tenemos tantas fotos submarinas como nos habría gustado. La excursión valió la pena. De haber tenido unos días más habríamos ido hacia el Mar Caribe en el sur de la isla. Por lo que hemos investigado en la zona de Playa Girón se puede hacer submarinismo de primera categoría. La próxima vez será. No hay mucho más que contar excepto que lo pasamos requetebién, los días los pasábamos estirados al sol, las comidas alternaban entre los 7 u 8 diferentes restaurants del hotel (mi favorito, el chiringuito playero), y las noches terminaban siempre en la discoteca o con baile en la playa, donde nuestra vena salsera resultó bastante útil...



Para terminar vale decir que Cuba no ofrece la experiencia 5 estrellas que quizás ofrecen Cancún o Punta Cana, por ciertas limitaciones del país sobre las que se podría profundizar. Sin embargo, si se busca algo más que playa y servicio de primera, Cuba ofrece algo más, difícil de describir, menos superficial. Sólo pudimos rascar la superficie de ése algo con este viaje, nos ha dejado con ganas de volver. Veo inevitable que los cambios en la isla se vayan acelerando. Dentro de unos años será muy interesante evaluar esa transformación.

sábado, 19 de abril de 2008

La Habana

Hace casi una semana que volvimos ya de Cuba, y claro, el trabajo acumulado de la semana que estuvimos fuera retrasó un poco este 'informe', pero allá va. Para comenzar, les hablaré de La Habana.


Fue un viaje inusual para nosotros, acostumbrados a la mochilería y los hostales baratos. El viaje era un premio de la empresa donde trabaja la Inma para los empleados que conseguían alcanzar ciertos objetivos de ventas. Lo mejor de todo: el viaje también era para las parejas, y mi mujercita tuvo la decencia de llevarme. Así que así fue, una semanita en hoteles 5 estrellas, todo incluído. No está mal no? Ya tengo a la Inma trabajando duro para el viaje del año que viene, jejeje. El paquete incluía muchas actividades organizadas, otro detalle al que no estamos del todo acostumbrados.

Junto con nosotros iban unas 18 parejas más de la empresa, si no me equivoco. Así que era un viaje que se trataba más de pasarla bien con el grupo que de conocer el país, pero aún así como podrán ver más abajo Cuba se niega a pasar desapercibida.

El primer día nos llevaron en un tour intensivo de La Habana. Una de las primeras paradas fue --para ir al grano-- la tienda de cigarros y ron, donde nos abastecimos para el resto del viaje. La Habana es una ciudad repleta de majestuosos edificios majestuosamente descuidados. Confieso que ignoraba de la riqueza arquitectónica de la capital cubana. Me atrevo a decir, y que lo diga ésto un quiteño es mucho, que si consiguen rescatar este centro histórico será el más monumental de América. Para ser justos, parece que en los últimos años se ha avanzado significativamente en el mantenimiento de estos edificios, avances que se le atribuyen a Eusebio Leal, uno de los hombres más reconocidos en Cuba actualmente. Sin embargo, cada año se siguen perdiendo joyas históricas, edificios que se derrumban y desaparecen para siempre.

Me sabe mal tener que repetir el tópico de que La Habana es un 'museo viviente' o que visitarla es como 'viajar en el tiempo', pero es inevitable. Es un hecho que se aprecia en los edificios, en las famosas 'máquinas' (esos maravillosos coches americanos de los 50), en los anticuados lobbies de los hoteles, en los espectáculos de cabaret que hoy en día no sonrojarían ni a un tomate. Todo parte de su encanto.

Los habaneros, y los cubanos en general, son gente abierta y les encanta ponerse a hablar con los turistas en la calle y saber de dónde vienes. No era extraño que nos gritaran unos espontáneos "Viva España!" o "Madre Patria!" Cualquiera interesado en saber algo de la situación política y económica, o de la vida cultural de la isla no tendrá dificultar en toparse con algún cubano con ganas de hacer saber lo que piensa. Probablemente fruto de no sentir que hay una voz que le diga al mundo lo que sienten, los cubanos han decidido que harán llegar su mensaje aunque sea uno a uno. Son gente bien educada con la que se encuentra tema fácilmente. Se percibe frustración, pero también una paciencia, quién sabe si finita. El cubano, da igual qué tan humilde sea o su posición, siempre te mira a los ojos, nunca es servil. Personalmente es una característica que me hacía sentir muy cómodo.

La estrechez económica es evidente, y sin embargo, quizás producto del orgullo del que les hablaba, nadie se acercó a pedirnos dinero sin ofrecer algo a cambio (los niños son desgraciadamente una excepción). O bien te cantan una canción, o te ofrecen un paquetito de maní, o te hacen una caricatura en segundos y en movimiento, entre otras creativas formas de ganarse un peso. Si bien nunca nos pidieron dinero, sí nos preguntaron muy frecuentemente si llevábamos algún bolígrafo o pastilla de jabón que nos sobrara. Son cosas que para la gran mayoría de cubanos tienen un valor inmenso. Las cantidades que se les asigna mediante la famosa libreta de racionamiento (o de abastecimiento , según el gobierno) son insuficientes, y adquirirlas en una tienda significa un sacrificio inmenso para sus muy limitados ingresos. También la ropa es un bien escaso y muy valioso. A falta de dinero se puede negociar fácilmente alguna prenda de vestir a cambio de alguna artesanía. Las farmacias para cubanos están casi vacías y conseguir medicamentos es misión casi imposible. Si están disponibles cuestan una porción bastante significativa de los ingresos del cubano medio (Nota: En España la ONG Puente Familiar con Cuba se encarga de preparar paquetitos de medicamentos para niños cubanos enfermos que puede llevar cualquier turista, entre otras labores humanitarias).

La noche nos condujo a uno de los famosos 'paladares' cubanos: restaurants improvisados en casas particulares y adecuados para 12 a 16 personas. La 'Casa de Carmela' debe ser uno de los paladares de gama alta. La comida no fue extraordinaria, pero el lugar y el ambiente, una casa que debe haber pertenecido a algún afortunado oligarca anterrevolucionario, eran mágicos. Terminamos la noche en una de las afamadas 'Casas de la Música', templos de la salsa cubana. Tocaba una banda excelente, pero me sorprendió que la gente estaba toda sentada alrededor de sus mesas, casi nadie bailaba. Me quedaré con la incógnita de por qué.

El segundo día hicimos una excursión a la región de Viñales, que relataré en otra entrada. Al regreso de dicha excursión tuvimos unos momentos para arreglarnos y por la noche acudimos a una cena en el hotel más mítico de La Habana, el Hotel Nacional, famoso sobre todo por los mafiosos que hicieron de este hotel su base de operaciones en Cuba durante los "años dorados" de la ciudad. Sin duda la comida fue la mejor que probamos en Cuba (los que fueron a por langosta clandestina en Varadero disentirán, por supuesto), que vale ya decir es un país que no destaca precisamente por sus artes gastronómicas. A la cena le siguió el famoso Cabaret Parisien, anacrónico espectáculo en el que sólo las ganas que le echaban los artistas era capaz de compensar por la desgastada escenografía y vestuario. Todo un espejo de la Cuba de hoy. Como anoté anteriormente, un viaje coreográfico a remotas épocas en las que mostrar un poco de changa era motivo de escándalo.

Finalmente tuvimos una mañana más para recorrer La Habana a nuestro antojo. Alcanzó para un paseo en el malecón y un café en el 'Louvre'. Quedaron pendientes muchas cosas: el mercado 'Fin de Siglo', la heladería 'Coppelia', la Plaza de la Revolución... un día (o un par) más en La Habana no habría estado mal, pero ya era hora de marchar hacia Varadero, tema que abordaremos en la próxima entrada.

Pero bueno, basta de palabras! Ya es hora de dejar que hablen las imágenes, allá van...



Espero les haya gustado. Hasta pronto! Abrazos...